martes, 30 de junio de 2009

EL PAN DURO

La sabiduría popular encumbra este alimento a cotas de excelencia. Si reparamos en frases: más bueno que el pan, es un pan bendito, a buen hambre no hay pan duro, nunca por mucho pan es mal año, ganarás el pan con el sudor de tu frente … así podíamos continuar con tantas i tantas expresiones en la fraseología popular sobre el pan… pero no es mi intención hablar de esta riqueza cultural.
La influencia que ha tenido este producto en la alimentación la humanidad ha sido fundamental. Posiblemente sea el alimento que ha representado más de la mitad de la ingesta humana desde el neolítico.
De niño, en el entorno rural de mi Castilla natal, si el pan caía al suelo se besaba al tiempo de recogerlo. Esto significaba un desagravio hacia este preciado alimento en épocas, si no de hambre, si de que no de poder desdeñar el más pequeño mendrugo en la frugal alimentación de los años 50. Creo que también podía dar a entender este beso, el sinfín de trabajo y preocupación que daba a nuestros progenitores y de rebote a sus descendientes conseguir ese preciado alimento; la siembra y la cosecha del trigo, la elaboración de las hogazas... Recuerdo el trajín que representaba el “día de amasar” acarrear harina, agua y leña hasta el horno. Ver como las mujeres de casa cernían la harina la amasaban para después depositarla en la artesa tapadita con la manta a cuadros hasta que subía con su redonda y tibia preñez.
En casa todo se reciclaba. En mis recuerdos de niñez de mi entorno rural, la palabra basura tenía dos significados; el de estiércol que servía como abono de los campos y basura urbana de la capital de provincia, que veías recoger a un señor con blusón que tocaba la corneta para que las señoras volcaran el cubo en el carro tirado del correspondiente rocín. Eso a mis ojos era un exotismo de la urbe que me fascinaba.
El pan siempre tenia un uso, como tenían el suyo las peladuras de las patatas, las hojas exteriores de coles, lechugas, los tronchos, las sobras de las comidas…todo tenía su utilidad, los cerdos, gallinas, conejos, cabras, ovejas… daban buena cuenta de todo esto, y por cierto, de muy buen grado.
En la actualidad el pan ha perdido esta connotación, bien es cierto que no en todas partes. Aún existen ciudades, como Lisboa, en que el pan se sigue dejando en los contenedores de basura, apartado en bolsas para que otras personas puedan reutilizarlo.
¿Tan difícil es establecer una red de recogida de este alimento y de esta forma poder aprovecharlo? Representa una falta de respeto a actividad humana que se tire todo a la basura y que no se aproveche. ¿No hay nadie que quiera poner en marcha una iniciativa en que la materia prima le resultaría gratis?

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